martes, 31 de enero de 2017

Esperándote.

Miro por la ventana con la pequeña esperanza de que regreses, de que aparezcas subida a esa pared que separa la casa con la del vecino. Esa pared donde tu te dedicabas ha hacer acto de presencia con tu maullido hasta que alguno de nosotros saliese a buscarte. Normalmente no tardabas tanto en venir, pero desde el nuevo miembro en la familia, dudabas más en sí acercarte o no y estabas atenta a todos y cada uno de los sonidos que había a tu alrededor.
Hasta que un día, te di de comer, como de costumbre, pero estabas asustadiza y no te acaricié como solía hacer. Quería hacerlo, porque tenía miedo. Miedo a no volverte a ver y no poder acariciarte una vez más. Pero no lo hice y me dispuse a ir a dormir porque ya era tarde.
Ahora, ese miedo que tenía se ha vuelto realidad. Hace meses que no apareces y te echo de menos, no sabes cuanto.
Me arrepiento de no haberte acariciado, de no haberte tratado como te merecías. Así que, solo espero que estés bien y mientras tanto, seguiré esperándote en la ventana y llorando en tu ausencia.