viernes, 9 de marzo de 2018

Incertidumbre.

Tengo miedo del futuro. De crecer. De no ser quien quiero ser. De no servir para lo que quiero hacer. 

Tengo miedo de las responsabilidades. De si soy apta o no. 

Tengo miedo de hacerme mayor y no ser capaz de afrontar mis miedos. De que todo me sea demasiado grande. 

Quizás más de un profesor me reñiría al leer esto ya que siempre nos enseñan a luchar por lo que queremos. Pero se acaba el curso y empezará una nueva etapa.

 Una etapa fuera de el lugar de donde vivo. De las amistades que he hecho este año que me han ayudado tanto mientras otras se han ido alejando. Una etapa de la que realmente tengo ganas pero no se si estoy mentalmente preparada. 

Me invaden los miedos y la incertidumbre de qué pasará. ¿Y si no me gusta? ¿Y si no estoy capacitada? ¿Y si la ciudad no es lo mío?

Supongo que también echo en falta a esa persona tan importante para mi. Echo de menos pasarme tardes con ella y contarle como me va todo y que se alegre de mi. Ese pilar fundamental que me daba fuerzas para continuar.

Pero se que ahí donde esté, estará orgullosa de mi siempre, pero no puedo evitar echarla de menos aún. Así que, me dirijo a las estrellas porque se que me estará escuchando.

Queremos aferrarnos a un pasado que jamás va a volver. A un pasado que nos hacía sentirnos a gusto, como en casa. Dónde no teníamos de que preocuparnos porque había alguien quien nos cuidaba. 

Pero toca ser valientes, mirar hacia adelante y tomar nosotros las riendas de nuestro camino y no dejar jamás que alguien nos diga que algo no podemos hacer. Pero... ¿Estamos listos? 

Nadie dijo que fuera fácil.