miércoles, 19 de diciembre de 2018

Almas

El sol se esconde y las estrellas salen.

Miras al cielo buscando algo.

Quizás una persona.

Quizás un recuerdo.

Un motivo para mirar arriba.

Haciéndote olvidar de abajo.

Encontrando así un refugio

que nadie más te puede dar.

martes, 18 de diciembre de 2018

Éramos

Éramos dos.

Insignificantes.

Imperceptibles a la vista de los demás.

Como dos flores en medio del desierto.

Como dos gotas de agua en el mar.

Pero éramos

Porque nos desvanecimos.

Como el humo de las cenizas en invierno.

Como el sol al llegar la noche.

Solo quedó ese rayo de luz

del que ni tú ni yo nos volveríamos a acordar.

viernes, 14 de diciembre de 2018

Detrás de un "estoy bien"

Acabo de encontrar una foto de hace unos 2-3 años aproximadamente y la verdad, no me reconozco.
Me he dado cuenta de hasta que punto llegó mi obsesión por estar delgada. No era consciente de que iba adelgazando por no comer. Sin embargo, cada día era una lucha interna porque no veía cambios en mi, aunque en realidad, si que los había.

Miro la foto y me entristece recordar esa época. Una época en la que se basaba en verme cada día peor, en autolesionarme por sentirme inútil y en no comer porque me veía "gorda" y no quería que la gente se riese de mí. Una época en la que me pesaba cada día y que si veia un gramo más marcado en la báscula, pensaba en lo que tenía que dejar de comer para perder ese gramo y así adelgazar. Lo recuerdo como si fuese ayer.
Cuántas veces pensé en ir a un psicólogo, aunque nunca llegué a ir porque no era capaz de decírselo a mis padres. Pensaba que no me entenderían y que pensarían que era cosa de crios. Al fin y al cabo, casi nunca contaba nada de lo que me pasaba por mi mente a la gente más cercana porque no quería ni que se cansasen de mí, ni que pensasen que eran chorradas.

Luego, empezó mi 2n de bachillerato; Como no tenía suficiente con lo que había arrastrado durante todo el año, volví a recaer. Aquí ya se sumó el hecho de que quería estar sola y lo conseguí. Alejé a muchísima gente de mi lado. No iba a clase porque no me apetecía. Me sentía tan inútil que me pasaba más horas en mi coche que en el instituto. Dejé de sonreír. Me volví muy fría y arisca. Y sobretodo, ver a la persona que te ha cuidado durante toda la vida como se iba apagando poco a poco fue un golpe demasiado duro. Fue un año muy largo y duro y como no, volví a adelgazar. No tanto como la primera vez, pero iba en camino. Quizás no lo conseguí porque esta vez ya me sobrepasó tanto todo que tuve que terminar contándolo a un par de personas que a pesar de todo, se quedaron a mi lado y me ayudaron.
Recuerdo que durante el curso varios profesores me preguntaron si me pasaba algo y yo decía o que no o que eran tonterías porque en mi mente pensaba "Que va a pensar una profesora de unas inseguridades tontas de una niña de 18 años. Paso de que se ría de mi."
Supongo que el tope ya fue cuando falleció esa persona tan importante para mí. Que me había cuidado durante toda mi vida. Ahí ya me derrumbé del todo. Fui capaz de llorar delante de la persona que me había estado ayudando durante ese curso y eso cambió tanto en mi como en nuestra amistad. Hacía tiempo que no era capaz de llorar y menos delante de la gente. Era como mostrar un signo de debilidad y no quería que nadie se riese de mí. Supongo que el pasado siempre influye en tu manera de ser.


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Recuerdo cuando quería tener los 18 para vivir fuera de casa porque no aguantaba más a mis padres.
Supongo que todos tenemos esa época en la que pensamos que nuestros padres son más un estorbo que otra cosa, pero que inocentes somos.

Ahora con 20 me he ido y recuerdo que a medida que iba llegando la fecha de partida, me entristecía porque ha llegado un punto con mi familia que ya no discutimos a penas. Evidentemente siempre tendremos nuestros roces, pero no a nivel de cuando tenia 15-16 años o incluso con 18. Madre mía que años. 
Obviamente no solo por la familia, si no también por las amigas y por el miedo de no encajar porque hay gente que al menos tiene a alguna amiga, pero yo no. Iba completamente sola porque quienes conocía no eran amigos, si no conocidos y la verdad, ganas de quedar con ellos no tenía.

Estamos a 14 de diciembre y me queda una semana para volver a casa. Tengo ganas. Ganas de ver a mi perra y a mis gatas que las echo muchísimo de menos. Ganas de ver a mi familia y decirles lo bien que me va todo. Ganas de poder pasear tranquilamente sin tener que ir esquivando a la gente. Y sobretodo, poder ver el mar. La paz que me daba ir a pasear por la orilla, poder tumbarme en el suelo y ver las estrellas. 

Soy muy feliz aquí pero también echo en falta ciertas cosas que desgraciadamente Barcelona no me puede dar.




domingo, 9 de diciembre de 2018

Reconstruirse

Al principio tenía miedo al cambio. Supongo que, como todos, tenía miedo de que no me gustase lo nuevo; de sentirme sola y no encajase con nadie, ya que me tocaba alejarme de quién me había ayudado a salir del pozo sin fondo. 

No os lo negaré, al principio no me sentía a gusto. Quería volver. Las noches eran muy largas y, como de costumbre, no tenía ganas de ir a clase.

Pero poco a poco me he acabado acostumbrando, me he adaptado y he hecho nuevos amigos. Obviamente no he dejado de lado mis amigas; es más, creo que esto nos ha servido para fortalecer más la amistad. Me paso 24h hablando con ellas. Ya sea cuando salgo del metro y les llamo de camino a casa o hacemos videollamada por la tarde o voy a hacer algún recado.
Este cambio me ha servido para confiar un poco conmigo misma. Para darme cuenta de que puedo hacer más de lo que creía y sobretodo, ser feliz. Ser capaz de dar una respuesta sincera a la pregunta "¿Estás bien?".

Me alegra mucho que la gente se alegre por mí y me diga "Se te ve muy feliz, se te nota en la cara." Porque esto demuestra que sí, que he cambiado tanto por fuera como por dentro y joder, que gusto. 

Han sido dos años muy largos; he pasado de no querer que se me acerque nadie, a no querer perder a quién tengo a mi alrededor. De no ser capaz de desahogarme por el qué dirán, a llorar si hace falta porque sé que tengo a alguien que me escucha y quiere ayudarme. De menospreciarme, a empezar a quererme un poco. Y, sobretodo, el más importante personalmente, de hacerme daño como método de escape, a luchar por lo que quiero. Ojalá dure, aunque se que estoy en una cuerda floja.

sábado, 8 de diciembre de 2018

29 de noviembre

Quizás esto se convierta en un diario, no lo sé, pero si sé que tengo ganas de escribir. Tengo ganas de expresar por fin las cosas buenas que me están pasando y lo feliz que soy.

El 29 de noviembre, cogí un avión rumbo a Palma de Mallorca para encontrarme con dos de mis mejores amigas. Una de ellas volaba desde Menorca y nos íbamos a encontrar en el aeropuerto, así íbamos juntas. Me tuve que levantar a las 5 de la mañana porque el aeropuerto de Barcelona no esta precisamente cerca, y el vuelo era a las 8 y pico de la mañana. Pero me daba igual, como si me tenía que levantar a las 3 con tal de verlas.
Llegué y me encontré con la primera. La abracé tan fuerte como pude, la echaba de menos.
Cogimos el bus dirección plaza España para encontrarnos con la otra amiga. Madre mía el viajecito que largo fue. En verdad fueron solo 20 minutos pero el conductor conducía tan mal y metía tales frenazos que fue eterno.

Cuando llegamos, nuestra amiga estaba hablando con su madre por teléfono y lo primero que hice fue saludar a su madre (si, como lo oís, a su madre :') ) pero por una buena razón; estaba tan ilusionada de encontrarme con ella que quería que su madre también supiese que era muy feliz al verlas. Luego, obviamente, la abracé.
Estuvimos en Palma desde día 29 a día 2. Fueron solo 4 días, pero me hacían muchísima falta. Es cierto que estoy muy bien en Barcelona pero echaba de menos reír tanto como río con ellas, que nos demos mimos y abrazarnos infinitas veces.

En verdad, la mayoría de persones me conocen por ser una persona que no da abrazos, ser borde o sosa. Pero con ellas soy otra persona. Si es cierto que soy borde muchas veces, pero son las únicas personas que me han visto llorar, saben todo de mí y que a pesar de todo, se han quedado a mi lado, así que ahora valoro muchísimo la amistad. Me he dado cuenta de con quién sí y con quién no. Y ellas, no las quiero perder nunca.

martes, 23 de octubre de 2018

Hoy es siempre todavía.

Y volví a creer en mi. La verdad, no me veía capaz. Hacía mucho tiempo que no podía decir con certeza si era o no feliz cuando me preguntaban si estaba bien.
Me ha costado y mucho. Pero dicen que todo llega y ahora, es mi momento.
Poco a poco me voy integrando más en la nueva ciudad; Tengo ganas de relacionarme, de salir.. Ganas que había perdido y creía que no volvería a encontrar.
Hace un tiempo, la frase "Hoy es siempre todavía" no le encontraba sentido. Decía que no era cierta, que a veces el tiempo pasa y no tienes esa oportunidad.
Pero ahora, mis ganas de hacer algo superó el pesimiso y me dije "como me llamo Ariadna que lo hago" y así fue. Me corrí 8h de bus con una amiga que me acompañó para ver el concierto de una cantante a la que no pude ver en la ciudad donde vivo porque con quién tenía que ir me falló y no quería perder esa última oportunidad que tenía de verla.
Era una locura porque eran las dos de la mañana y el concierto era al dia siguiente y teníamos que comprar entradas y el billete de bus. Pero lo hicimos. A las 11 de la mañana partimos rumbo a Madrid, vimos el concierto y esa misma noche volvimos para Barcelona.
Fue un viaje muy largo y corto a la vez pero que valió tantísimo la pena que me hizo cambiar.
Por una vez me sentí "viva". Si, suena muy melodramático pero después de tanto tiempo sin encontrar sentido a nada, fue un cambio muy importante para mi. Así que cambié mi opinión respecto a la frase y dije: "joder, si uno quiere, siempre está a tiempo ¿Sabes?" Y ahí la frase cobró sentido.
Esta frase me la dijo una persona que conozco muy poco, por no decir casi nada. Pero que después del concierto le tuve que dar las gracias porque aunque apenas nos conozcamos y no sepa nada de mí, me ha ayudado mucho con una simple frase.
Que ironía, ¿No? Que quién menos te conozca es quién más aporte. Y sin quererlo.
Así que, como dijo Laura Pausini: "hazte sentir".




viernes, 7 de septiembre de 2018

7 de setiembre

Son las últimas fiestas de pueblo. Se acaba el verano. Termina una etapa y empieza otra.
Este año son unas fiestas diferentes ya que mañana vendrán las despedidas y no quiero que lleguen.
Sinceramente, nunca he sido de fiestas de pueblo porque me acaban aburriendo, pero estas son especiales, mágicas y os explicaré el motivo.
Mi mejor amiga sale, encima de un caballo, preciosa. Nunca me han apasionado los caballos, pero desde que la conozco, ya hará dos veranos, les he cogido más confianza, hasta tal punto que este año, he sido capaz de caminar durante más de 3 horas a su lado porque no quería separarme de ella. Quería asegurarme que no se sentía sola y que disfrutaba tanto como lo estaba haciendo yo.
Mirad que nunca me había emocionado con estas cosas pero cuando llegaba el momento de entrar en la plaza y verla ahí, sonriendo a cada salto que hacía con el caballo y saber que en ese momento era la mujer más feliz del mundo, hacía que se me empañasen los ojos porque era su momento que tanto tiempo había esperado. El de lucirse.
Mañana acaba y habrá lágrimas, muchas, pero son de alegría así que merecen muchísimo la pena porque ella se lo merece más que a nadie. Mientras tanto, a reponer fuerzas que mañana se viene otra caminata igual de larga.

viernes, 9 de marzo de 2018

Incertidumbre.

Tengo miedo del futuro. De crecer. De no ser quien quiero ser. De no servir para lo que quiero hacer. 

Tengo miedo de las responsabilidades. De si soy apta o no. 

Tengo miedo de hacerme mayor y no ser capaz de afrontar mis miedos. De que todo me sea demasiado grande. 

Quizás más de un profesor me reñiría al leer esto ya que siempre nos enseñan a luchar por lo que queremos. Pero se acaba el curso y empezará una nueva etapa.

 Una etapa fuera de el lugar de donde vivo. De las amistades que he hecho este año que me han ayudado tanto mientras otras se han ido alejando. Una etapa de la que realmente tengo ganas pero no se si estoy mentalmente preparada. 

Me invaden los miedos y la incertidumbre de qué pasará. ¿Y si no me gusta? ¿Y si no estoy capacitada? ¿Y si la ciudad no es lo mío?

Supongo que también echo en falta a esa persona tan importante para mi. Echo de menos pasarme tardes con ella y contarle como me va todo y que se alegre de mi. Ese pilar fundamental que me daba fuerzas para continuar.

Pero se que ahí donde esté, estará orgullosa de mi siempre, pero no puedo evitar echarla de menos aún. Así que, me dirijo a las estrellas porque se que me estará escuchando.

Queremos aferrarnos a un pasado que jamás va a volver. A un pasado que nos hacía sentirnos a gusto, como en casa. Dónde no teníamos de que preocuparnos porque había alguien quien nos cuidaba. 

Pero toca ser valientes, mirar hacia adelante y tomar nosotros las riendas de nuestro camino y no dejar jamás que alguien nos diga que algo no podemos hacer. Pero... ¿Estamos listos? 

Nadie dijo que fuera fácil.







martes, 13 de febrero de 2018

Tierra firme

Y encuentras a esa persona que te ayuda a salir de esa depresión de la cual estabas metida.

Quién consigue hacer que sonrías, que vuelvas a creer en ti.

Quién evita que te sigas haciendo más daño, que veas más allá de la soledad.

Quién a pesar de como la hayas tratado, sigue estando ahí porque sabe que dentro de ti, hay algo más que esa tristeza reflejada en los ojos.

Quién ha creído en ti siempre, que ha conseguido que te desahogues totalmente, que dejes de lado esos complejos y seas, simplemente, por un momento, tu.

Quién ha conseguido que llorases, sabiendo lo que te costaba delante de las personas por cosas vividas en el pasado.

Y no, no hablo del amor. Hablo de la amistad.