sábado, 8 de diciembre de 2018

29 de noviembre

Quizás esto se convierta en un diario, no lo sé, pero si sé que tengo ganas de escribir. Tengo ganas de expresar por fin las cosas buenas que me están pasando y lo feliz que soy.

El 29 de noviembre, cogí un avión rumbo a Palma de Mallorca para encontrarme con dos de mis mejores amigas. Una de ellas volaba desde Menorca y nos íbamos a encontrar en el aeropuerto, así íbamos juntas. Me tuve que levantar a las 5 de la mañana porque el aeropuerto de Barcelona no esta precisamente cerca, y el vuelo era a las 8 y pico de la mañana. Pero me daba igual, como si me tenía que levantar a las 3 con tal de verlas.
Llegué y me encontré con la primera. La abracé tan fuerte como pude, la echaba de menos.
Cogimos el bus dirección plaza España para encontrarnos con la otra amiga. Madre mía el viajecito que largo fue. En verdad fueron solo 20 minutos pero el conductor conducía tan mal y metía tales frenazos que fue eterno.

Cuando llegamos, nuestra amiga estaba hablando con su madre por teléfono y lo primero que hice fue saludar a su madre (si, como lo oís, a su madre :') ) pero por una buena razón; estaba tan ilusionada de encontrarme con ella que quería que su madre también supiese que era muy feliz al verlas. Luego, obviamente, la abracé.
Estuvimos en Palma desde día 29 a día 2. Fueron solo 4 días, pero me hacían muchísima falta. Es cierto que estoy muy bien en Barcelona pero echaba de menos reír tanto como río con ellas, que nos demos mimos y abrazarnos infinitas veces.

En verdad, la mayoría de persones me conocen por ser una persona que no da abrazos, ser borde o sosa. Pero con ellas soy otra persona. Si es cierto que soy borde muchas veces, pero son las únicas personas que me han visto llorar, saben todo de mí y que a pesar de todo, se han quedado a mi lado, así que ahora valoro muchísimo la amistad. Me he dado cuenta de con quién sí y con quién no. Y ellas, no las quiero perder nunca.

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