lunes, 11 de abril de 2016

Difícil, pero no imposible.

Llega la hora de marcharse, de dejar todo aquello que has vivido con cierta persona atrás.
Esa lucha interna entre el corazón y la mente. Entre el 'es lo mejor' y el 'pero y si...'
Todos nos enseñan a decidir la opción más correcta, pero a veces no es la que nos hace más feliz. y eso, duele. Tener que dejar todo aquello que en ciertos momentos te ha podido sacar una de tus mayores sonrisas porque haya sucedido algo que te haya hecho sacar demasiadas lágrimas.
Aún así, el ser humano, recurre a las pequeñas cosas de esa persona que nos ha hecho sentirnos bien.
Pero, ¿Por qué no aplicamos esto a otras cosas? Siempre buscamos la parte negativa, sobretodo en nuestro físico. Nos miramos al espejo y empezamos a ver defectos cuando no miramos nuestras virtudes; más allá de nuestro cuerpo.
Pero somos así. Preferimos dar otra oportunidad por el mero hecho de 'y si...'. Preferimos no apartar aquella piedra que nos hace tropezar más de una vez en nuestro camino.
Entonces ocurre, vuelves a tropezar con la misma piedra que antes, sin embargo, el daño es más grande y sabes que es hora de quitarla de tu camino, cueste lo que cueste.
Es hora de seguir el camino, de no estancarse con el primer obstáculo que te encuentres y ser feliz. 
Que la vida son etapas y lecciones. Que todo lo que nos hace caer, hace que nos levantemos con más fuerza que antes, para que no te vuela a pasar lo mismo otra vez.
Es fácil decirlo, pero difícil hacerlo. 
Los recuerdos invaden tu mente y con ello las ganas de volver al pasado y revivir esos momentos donde esa persona te hacía sonreír con tan solo una mirada. Esas noches hablando hasta la madrugada, esas tardes de peli con una manta...
Miles de ''te quiero'' se desvanecen. Como si se los hubiera llevado el viento. Tal vez porque nunca existieron o tal vez porque nunca se dijeron con la fuerza suficiente para que hicieran que todos esos momentos no se convirtiesen en simples recuerdos.
Esas noches hablando se transforman en noches en vela llorando. Esas sonrisas se transforman en suspiros. Y esa felicidad desaparece.
Que miles de cosas buenas pueden hacerte feliz, pero con una simple cosa mala de esa persona que era todo para ti, puede destruirte por dentro, en mil pedazos. Y esos pedazos jamás se podrán volver a recomponer. 
Y con ello, se lleva toda esa felicidad que sentías estando con aquella persona. Así que.. no quieres irte, pero sabes que tampoco puedes quedarte.


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